La excusa de los profesores, cuenta Deisy Barbosa Moreno bibliotecóloga de la Universidad de Antioquia y promotora de lectura en la casa de la lectura infantil, es que a los jóvenes no les gusta leer, pero al ejecutarse el proyecto de cajas viajeras en diferentes instituciones han podido observar que sí hay un interés hacia la lectura por parte de los jóvenes, es cuestión afirma Deisy, de crear actividades donde se le permita al estudiante escoger sus libros y de relacionarlo con éstos de una manera divertida.
El Museo Universitario de la Universidad de Antioquia (Muua) se une a esta metodología de educación consolidando el programa Museo en la escuela. Henry García Gaviria Coordinador de la oficina de comunicaciones del muua cuenta que el programa tiene dos componentes: maletas viajeras y cubos pedagógicos. El primer mecanismo, está dirigido principalmente a instituciones educativas y culturales que no cuentan con los recursos suficientes para desplazarse hasta el museo o para comprar este tipo de material. Los cubos pedagógicos son más comerciales, pues se crearon pensando en las instituciones de carácter privado que desean conservar el material que se presenta en la maleta viajera.
La idea, dice Henry Gaviria, es llevarle al estudiante en las maletas las áreas del conocimiento en las que el museo tiene competencia, éstas son: artes visuales, antropología, ciencias naturales, arqueología e historia. Cada maleta o cubo trae rompecabezas, figuras y textos, además, trae una guía para que el profesor sepa cómo utilizar el material que se le presta y practique de manera lúdica las actividades educativas que se proponen.
Estos proyectos no solo benefician al estudiante dentro de su proceso de aprendizaje sino también al profesor, comenta Gloria Stella Cano líder del programa Museo en la Escuela/Maletas viajeras, porque lo obliga a actualizar sus conocimientos y a replantear su pedagogía. Este proceso ya lo vivió Paola Cantor, docente de la Institución Educativa Félix Henao Botero, quien pidió el servicio de cajas viajeras un poco temerosa debido a la gran responsabilidad que éstas representan, alegrándose ahora de haberse arriesgado, pues no solo “se transforma la visión y costumbre de un niño sino el de toda la familia”.
El único aspecto negativo de las cajas viajeras, según Deisy Barbosa, es que ante la pérdida de algún material la institución o educador debe responder por el costo del mismo, por ello, los docentes como Paola, temen adquirir el servicio. Pero esto no debe detener a los maestros pues son mínimos los casos negativos ante las miles de respuestas positivas de los alumnos y padres de familia. Hay experiencias muy agradables, cuenta Deisy, de gente que llega a la casa de la lectura creyendo que se les va a cobrar la entrada o preguntando cuánto vale el alquiler de un libro, entonces al observar estos comportamientos los proyectos mencionados y existentes en la ciudad se ven aún más comprometidos y justificados.
Para disfrutar de las maletas y/o cajas viajeras solo es necesario acercarse al Museo de la Universidad de Antioquia o a cualquier biblioteca de nuestra ciudad, solicitar el servicio, disfrutarlo y empezar a inculcarle a sus estudiantes, de una manera diferente, amena y divertida el interés por las bibliotecas y los museos.
La idea, dice Henry Gaviria, es llevarle al estudiante en las maletas las áreas del conocimiento en las que el museo tiene competencia, éstas son: artes visuales, antropología, ciencias naturales, arqueología e historia. Cada maleta o cubo trae rompecabezas, figuras y textos, además, trae una guía para que el profesor sepa cómo utilizar el material que se le presta y practique de manera lúdica las actividades educativas que se proponen.
Estos proyectos no solo benefician al estudiante dentro de su proceso de aprendizaje sino también al profesor, comenta Gloria Stella Cano líder del programa Museo en la Escuela/Maletas viajeras, porque lo obliga a actualizar sus conocimientos y a replantear su pedagogía. Este proceso ya lo vivió Paola Cantor, docente de la Institución Educativa Félix Henao Botero, quien pidió el servicio de cajas viajeras un poco temerosa debido a la gran responsabilidad que éstas representan, alegrándose ahora de haberse arriesgado, pues no solo “se transforma la visión y costumbre de un niño sino el de toda la familia”.
El único aspecto negativo de las cajas viajeras, según Deisy Barbosa, es que ante la pérdida de algún material la institución o educador debe responder por el costo del mismo, por ello, los docentes como Paola, temen adquirir el servicio. Pero esto no debe detener a los maestros pues son mínimos los casos negativos ante las miles de respuestas positivas de los alumnos y padres de familia. Hay experiencias muy agradables, cuenta Deisy, de gente que llega a la casa de la lectura creyendo que se les va a cobrar la entrada o preguntando cuánto vale el alquiler de un libro, entonces al observar estos comportamientos los proyectos mencionados y existentes en la ciudad se ven aún más comprometidos y justificados.
Para disfrutar de las maletas y/o cajas viajeras solo es necesario acercarse al Museo de la Universidad de Antioquia o a cualquier biblioteca de nuestra ciudad, solicitar el servicio, disfrutarlo y empezar a inculcarle a sus estudiantes, de una manera diferente, amena y divertida el interés por las bibliotecas y los museos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario