8 de junio de 2010

Y se entona una vez más

¿Cuántas boletas son pa’ su casa?... Me pregunta un hombre joven, alto, de cabello negro, piel blanca y ojos color café. Creció en casa de abuelos, allí tres mujeres se encargaban de mimarlo, eran su madre, tía y hermana. Su abuelo era el único hombre de la casa y cada vez que lo veía, como hacía con muchos de sus nietos, le empezaba a contar de aquellas épocas gloriosas, cuando era una persona importante e hizo esto y aquello. Pero él, solo veía la hora de que alguna de las tres mujeres lo liberara de ese “aburrido” viaje al pasado que solo su abuelo quería y le urgía hacer.


No mostró interés desde pequeño por lo que ahora lo apasiona. Cuando llegó la edad en que le tocaba trazar su propio camino no sabía cómo iniciar, sintió miedo, pues durante 11 años subió unos escalones que desde hace muchísimos años están marcados para todos. En ese instante, decide estudiar Educación Física.


Desde ese entonces empieza un coqueteo con la música, ahora que se sienta, en el mueble del que por un corto tiempo será su casa, y sostiene su primer sencillo, no puede dejar de formar en su cara una expresión que combina felicidad y preocupación, ese CD representa el trabajo discontinuo de muchos años y la deuda que adquirió para poder conseguirlo.


Cuando exteriorizó su deseo de cantar las personas a su alrededor entre sorprendidas y temerosas le dijeron que siguiera adelante. Abandonó el pregrado en Educación Física y con la ayuda de un familiar empezó a estudiar música. Con el tiempo se vio en la obligación de trabajar.


El trabajo le quitó bastante tiempo, tiempo que le podría dedicar a su preparación y formación como músico, pero él no se rendía, siempre salían de su boca palabras optimistas y prometedoras. Un día su mamá se cansó de escucharlas, ella quería no solo escuchar sino también: ver. Llevaba años enterándose de lo mismo sin conocer resultados, así que, le sugirió a su hijo dejara esa idea a un lado y se pusiera a trabajar, pues ahora también era responsable de una niña, su hija.


Tiene fotografías de ella en todos los rincones de la casa que comparte con su madre. Fotos de la mamá de la niña, por ninguna parte. La relación que ahora llevan solo está llena de formalidades, de fríos saludos y despedidas forzadas cuando recoge y vuelve a llevar la niña. Valentina, no sabe muy bien qué es lo que hace su padre, solo sabe que hace poco lo vio cantar por televisión.


Ricardo salió por Telemedellín, fue su primera aparición en un medio de comunicación. Estaba nervioso antes de la entrevista y con una sonrisa que le abarcaba toda la cara después de esta. Todos estos años le han servido para incrementar sus contactos profesionales, para ver que la fama no se consigue de un día para otro y para que su mamá, al ver este primer sencillo y sus apariciones en diferentes medios de comunicación, recupere la confianza en él. Su hermana, ahora que él está sin trabajo, se encarga de pagar la cuota mensual para la niña y su madre, le brinda lo que desde pequeño le ha dado: un techo, alimento y todo el apoyo y buenos consejos que necesite.


Ahora, se está esforzando por conseguir dinero para pagar el préstamo que se vio en la obligación de hacer para sacar su primera producción, además, no es solo deshacerse de una deuda sino que así podrá recuperar su carro: “la furia”, el cual le había “facilitado” el desplazamiento por la ciudad pero que ahora estaba como garante de su pago.


Con la venta de unas boletas y la ayuda de sus familiares pretende recuperar “la furia” y, si le queda algo, producirle un video a la canción, no el súper video, eso lo tiene claro, pero si uno que le permita abrirse campo en los medios más cercanos.


Apenas saca el talonario le digo que me de 3. Ricardo, hace cuentas del número que le falta por vender para alcanzar sus objetivos más cercanos y echa un suspiro que deja en el ambiente la tensión de que el camino es largo y pedregoso.

Entre maracas y tambores


Al transitar por cualquier ciudad encontraremos personajes que nos alegrarán el día con actos que te sacan de la cotidianidad y marcan tu diario vivir. Entre muchos de los que podemos encontrar en Antioquia y el país está el grupo de teatro Carangano, conformado por Denis Gómez y Álvaro Bello, quienes han dedicado sus vidas a la intervención de los espacios públicos con sus presentaciones teatrales, las cuales solo se ven interrumpidas por la lluvia.


¿De dónde viene Denis Gómez y el uso de estos instrumentos en sus presentaciones teatrales?


Nací en Venecia, Antioquia, pero desde muy pequeña me llevaron para Bogotá y luego para la Costa Atlántica, donde viven mis padres actualmente, en un pueblo que se llama Cienaguero, Córdoba. Lo de los tambores es porque nosotros hemos recogido la música colombiana, digamos hemos visitado casi la mayor parte del país y hemos aprendido de la música de las diferentes regiones. Por eso, usamos los tambores y también usamos el bongó, que es de la parte Caribe; las claves, las maracas, las campanas.


­­­­­­­­¿Cómo aprendieron a tocar los instrumentos que ahora dan vida a sus presentaciones?


Hemos estado en talleres. En Bogotá había un percusionista que se llamaba Jorge Giraldo, le decíamos Perico, él nos enseñó bases y ya nosotros en la práctica… también el compañero mío, Álvaro, estuvo en un taller de música y teatro con el maestro Atehortúa donde también aprendió muchos elementos básicos. También, como Richy Ray estuvo en Cali, hizo como una especie de escuela allá de salsa. Allá había un amigo nuestro que era Carlos Jaramillo, es músico, él nos enseñó otros ritmos: caribeño, el son guaguancó y todos estos ritmos de parte del Caribe. Esa ha sido nuestra experiencia con músicos ya profesionales y hemos aprendido de ellos.


¿Cómo conociste a Álvaro, su pareja sentimental y laboral?


A Álvaro lo conocí en Bogotá, en un lugar que se llamaba El son de los grillos. Él ya hacía teatro con un grupo que se llamaba o que se llama porque todavía existe, Teatro Estudio Calarcá de Bogotá. Inició ahí teatro, y yo lo conocí porque a mí me gustaba mucho el teatro, iba a ver teatro y después de ver las presentaciones nos íbamos a ver los actores que se reunían en esas tabernas que quedaban en frente de los teatros. Allí, se creaba una especie de tertulia entre los actores y el público que asistíamos a estos lugares. Ahí lo conocí, le hablé y le dije que a mí me gustaba mucho el teatro, me invitó al grupo, ahí estuve y ahí iniciamos. Desde diciembre de 1982 lo conocí.


¿Hace cuánto tiempo intervienen los espacios públicos con sus presentaciones teatrales?


En la Plazuela San Ignacio (Centro de Medellín) estamos desde diciembre del año pasado, porque anteriormente habíamos hecho una temporada de cuatro años, del 2000 al 2004, y veníamos también al parque, en las tardes, en semana de lunes a viernes, como ahora, de 5:30 a 6:30 de la tarde. Ahora, vinimos y continuamos la temporada, la gente nos recuerda y entonces nos gusta mucho este espacio. Y desde mucho antes, a cada ciudad que vamos nos presentamos.


Aparte de los instrumentos musicales ¿qué otros elementos utilizan en sus presentaciones?


Como estamos en la plaza pública hay que llamar la atención del público y la música es uno de los elementos que más hemos usado porque el sonido del tambor atrae mucho, llama; entonces, la gente se siente como impulsada a ver qué va a pasar ahí. También hemos usado la gimnasia, los saltos, especie de ejercicios -se puede decir- de expresión corporal, los usamos para llamar el público y nosotros mismos calentar el cuerpo e irnos concentrando en el momento que vamos a empezar a actuar como preparándonos para la actuación.


Ustedes se presentan de lunes a viernes en la Plazuela San Ignacio y en el Parque Bolívar, ¿cuántas obras tienen en su programación y cuál es el eje central de las mismas?


Las obras que manejamos, hasta ahora, son cinco. Son producto de una misma investigación sobre la tradición oral. Ahora, estamos sacando la sexta del mismo tema. Los personajes colombianos, las costumbres, la comida, la música, elementos como del Testamento Paisa, un libro que escribió Agustín Londoño Jaramillo que recogió todas las historias y leyendas de Antioquia y del antiguo Caldas. De ahí hemos sacado muchos elementos para personajes como el Guapo de Cascadura, una de las obras, El carnaval del hijo de los calzones, El tunlis, tumbis, turumbis, tumbis, tiene elementos de García Márquez y así… Hacemos eso, reunimos cuentos o elementos de obras y agregamos cosas de la calle, cosas que vemos, cosas cotidianas y cosas nuestras y , con eso, armamos la obra, por eso, nos demoramos un poquito en hacerlas. Hay obras que nos hemos demorado cuatro años en hacerlas y la obra dura 15 minutos y la gente no se da cuenta de todo el esfuerzo que hay detrás de ese poco tiempo expuesto.




Estas obras de teatro tienen planeado presentarlas, en los espacios mencionados anteriormente, hasta finales de noviembre. En diciembre tienen proyectado reunirse con sus hijos y disfrutar de las festividades decembrinas en Barranquilla.

Restaurando viejos recuerdos

Ella nunca creyó que sería ignorada durante un período tan largo. Entre su blancura y la historia que guardaba pensó que siempre estaría en boca de los ciudadanos que, asombrados por todo lo que escondía, nunca pasarían por su lado sin dejar de mirarla y admirarla. Los bellanitas, el gentilicio para los habitantes del Municipio de Bello, ven en la Capilla Hato Viejo un espacio subutilizado y que, en estos momentos, poco o nada les aporta de manera directa.


Empezó a erguirse en 1792 y como en aquellos tiempos las construcciones avanzaban con lentitud, su belleza solo se pudo observar de manera plena en 1796. En aquel entonces, se cuenta, la población empezó a reproducirse velozmente, el número de habitantes se triplicó al llegar a 1.000 personas, distribuidas en 160 familias, dicen los anales del Municipio.

Las personas que habitaban el municipio eran de escasos recursos y, en esas mismas proporciones, sus costumbres, consecuencia de la lejanía con la cultura de la Villa y la poca presencia religiosa en este espacio. Ante esta población malacostumbrada, que poco mostraba su devoción a Dios, los párrocos y la Santa Inquisición mandaron a demoler todos los espacios que ya se habían dispuesto de forma precaria para oficiar eucaristías y, así, destinar estos lugares a construcciones que abrigaran en su interior más fieles en condiciones más atrayentes y dignas.

Es así como la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Hatoviejo, es demolida en 1788 para darle paso a la Capilla de Hatoviejo. Y es entonces cuando ésta se convierte en punto de referencia y de distribución, es a partir de ella, y de la plaza, -lo que actualmente se conoce como el Parque Santander- como se definían las distancias, se nombraba “calle arriba” o “calle abajo” de la capilla.

Ahora no es un punto central ni siquiera la gente la toma como un punto de referencia por su nombre, la mayoría dice “la iglesia blanca”, “la iglesia que no funciona”, “la iglesia vieja” en fin, con el tiempo ha perdido el valor e imponencia sobre los que alguna vez fueron sus ocupantes, su razón de ser.

Ana Elvira Franco, una mujer con la calidad y amabilidad propias de una madre y una mujer feliz, habla de la capilla con emoción. Recuerda cuando, tiempo atrás, venía a esta capilla y cuando se construyó la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. “Pasó a un segundo plano y eso que la capilla no estaba mal, era toda blanca, con imágenes, que recuerde yo, de la Virgen del Rosario, hermosas”.

Casi siglo y medio después de construida, la corona del reinado religioso pasó a la nueva iglesia: de Nuestra Señora del Rosario, levantada al frente, aunque con cierta distancia, en una especie de muestra que el tiempo se encarga de dejarte atrás, de que llegará siempre algo nuevo y mejor, que hará que los demás te subvaloren. Aunque, en reemplazo de dicha corona, le dieron la distinción de Patrimonio Nacional de Colombia, calificativo y reconocimiento que no se logra de la noche a la mañana.

Aunque debemos resaltar, que ella no ha estado sola. Desde que llegó la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, varias personas que conformaban grupos de oración se reunían allí. Asimismo, el lado izquierdo de la capilla fue ocupado por varios niños que forman parte del comedor infantil; en el lado derecho, se instaló un grupo de artesanos que, día a día, mostraba su arte a los bellanitas. Unos y otros fueron trasladados para llevar a cabo el mejoramiento del templo.

Ahora, es consentida por todos los obreros y forma parte de un cambio. Hace 4 meses se empezó su restauración y, desde un tiempo más atrás, la cubrieron con una tela verde y una base metálica, para que los pocos que la observaban ya no la vieran más y así trabajar de forma tranquila en la recuperación de la belleza que esconde.

Ahora empieza a destaparse, casi todo su cuerpo esta al descubierto, aunque entre su blancura se puede ver uno que otro obrero arreglando detalles de última hora. A pesar de esto, es inevitable que la gente la mire y forme un círculo con sus labios. Hoy en día está más blanca que nunca, y es esa blancura la que la resalta entre otras edificaciones que la rodean.

En la actualidad, que luce joven y bella, nadie se imaginará que allí bautizaron a Marco Fidel Suárez y que todo lo que se conserva de su interior es de origen español. La Capilla Hatoviejo, podríamos decir, es una hija de los españoles, su decoración interior es de esas tierras, su estilo es de aquella época, un estilo colonial que se impone y que, al centrarse solo en ella, permite el viaje a otra época y que si no fuera por la contaminación, los carros y la vestimenta de la gente sería la mismo época de la Colonia.

Esto es solo la parte exterior, porque habrá que esperar a las fiestas patronales que tienen lugar en octubre, dice Ana Elvira, para poder admirar su perfección. “Vea que por fuera la llevan hermosa, linda, linda”. Este cubrimiento y destape de la capilla ha despertado la curiosidad e interés de los habitantes para visitarla y conocer su interior después de restaurado, seguro que en octubre será una visita obligada para propios y extraños.

Breves

A. Encuentran muerto en un paraje de San Javier La Loma, en el occidente de Medellín a joven de 13 años. Según declaró un familiar a periódico El Colombiano, el joven "estaba amordazado en un potrero; amarrado, con señales de tortura y degollado". Al parecer, fue víctima de las llamadas fronteras invisibles que, como resultado del conflicto, se crean cada día en algunas comunas de la ciudad de Medellín.


El jueves pasado, el joven salió de su casa a montar en bicicleta, pero en la noche, al ver que no llegaba, decidió salir a buscarlo, al encontrarse con la noticia de que fue visto por última vez en un paradero de buses del cual se lo llevaron unos hombres. El viernes fue hallado el cadáver del joven, el cual solo se entregó hasta el sábado en la mañana, pues el estado en que se encontraba dificultó su identificación, la cual se logró gracias al reconocimiento de las prendas de vestir, una cicatriz y a las huellas dactilares.


B. Como si no bastara con la oferta comercial que existe en la ciudad, el sábado pasado a las ocho de la mañana, el centro comercial Santafé abrió sus puertas al público, y lo hizo hasta las 12 de la medianoche. Muchos fueron de curiosos a conocer este nuevo espacio para gastar su dinero y darse gusto en prendas de vestir, accesorios y comidas. Fue tanta la aprobación y curiosidad de los paisas que, al día siguiente, el domingo, los guardas de tránsito se vieron en la obligación de controlar las calles que rodean el centro comercial, pues se estaban formando tacos, debido a la lenta entrada de automóviles al lugar.


El centro comercial inició su construcción en 2004, dos años después, terminada la primera etapa, abrió sus puertas al comercio y ahora hay 430 espacios comerciales y 2.600 zonas de estacionamiento para la comodidad y disfrute de todos los habitantes de Medellín. Ubicado en la zona sur de la urbe, Santafé se convierte en otra competencia para la oferta ya existente en la ciudad.


C. Cuatro campesinos, entre ellos un niño de 12 años, de la zona rural de Tarazá, en el Bajo Cauca antioqueño, resultaron heridos al pisar dos minas antipersonal sembradas, al parecer, por las Farc. Mientras desarrollaban sus actividades en el sitio El Mocho, de la vereda Las Acacias, uno de ellos pisó el primer artefacto, al quedar con una pierna semiamputada. Cuando sus compañeros intentaron auxiliarlo, uno de ellos pisó la otra mina.


El niño y un joven de 18 años fueron afectados en los ojos, los dos adultos de 31 y 35, fueron remitidos debido a su grave estado de salud el domingo en la noche a hospitales de Medellín, gracias a los helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana.


D. Entre viernes y sábado fueron capturados por la Policía Metropolitana 14 menores de edad, todos sorprendidos cometiendo delitos en Medellín. Según el periódico El Colombiano, a ocho de los menores les hallaron armas de fuego, dos de ellas con silenciador. Los demás fueron descubiertos luego de cometer homicidio, robar motocicletas y poseer alucinógenos.


El coronel Adán León Palacio, comandante Operativo de la Policía Metropolitana, expresó que la delincuencia común “está utilizando los menores de edad en estas actividades, violando el Derecho Internacional Humanitario que manifiesta que se deben tener por fuera de cualquier tipo de confrontación armada". Además, hizo un llamado a los padres de familia para que ejerzan más control sobre sus hijos.